En una conferencia desarrollada en la escuela de negocios ESADE de Madrid, ha participado Bruce Jones, el director del programa de política exterior del instituto Brookings de Estados Unidos. En esta conferencia, Jones, se ha centrado en los retos que tendrá que afrontar China en los próximos 20 años y lo que ha dicho ha resultado, cuanto menos, inquietante e interesante. Vamos a hacer un repaso a su conferencia.
A finales de 2014 llegaba a una estación de trenes madrileña un tren con procedencia de Zhejiang (China). Dicha locomotora recorrió 13.000 kilómetros en 21 días. Obviamente esto abrió las puertas a ciertas posibilidades de negocio que las autoridades presentes en la estación (de ambos países) se encargaron de aplaudir. Obviamente, esta ruta comercial tan novedosa logra conectar por tierra a Asia y Europa, algo que beneficia profundamente a China.
Según cuenta Jones, el interés de China por mejorar las relaciones con la Unión Europea va en aumento y esto aunque Europa continúe sumida en una importante crisis económica. Obviamente China ve a Europa como el mayor mercado mundial y no le falta razón. Europa es una región muy importante que dispone de muy altas tecnologías, grandes empresas y muy bajo riesgo político. Por lo tanto, los chinos no consideran UE como un rival. Sin embargo no ocurre lo mismo con Estados Unidos que para ellos sería un importante rival. Así que trabajar con EE.UU. conllevaría un riesgo que no existe con Europa.
Los pequeños brotes verdes que van surgiendo en Europa, que están intentando solucionar la gran crisis en la que la UE se ha visto involucrada, lo que conseguirán es potenciar mucho más las relaciones con Asia. Según Jones, para China, Europa se hace cada vez más interesante y conforme se amplía el nivel de renta y se arreglan sus políticas, lo es aún más.
Durante los últimos veinte años, China se había fijado en ciertos países sudamericanos para proveerse de materias primas. Jones piensa que esto continuará igual porque China todavía requiere de una gran cantidad de energía y materias primas para funcionar como una gran potencia. Aunque, respecto a esto, el director de política exterior de Brookings comenta que el país asiático tiene un reto muy importante por delante y es fomentar la innovación mientras mantienen esos ingresos masivos de energía que tanto necesitan.
Las tecnologías europeas encandilan a China
Obviamente, la única forma de lograr esto es invirtiendo grandes sumas para adquirir tecnología que provenga de Europa y Estados Unidos. Según datos publicados en 2012, China invirtió casi 19.000 millones de dólares en Europa, frente a los poco más de 6.000 millones que se invirtieron en 2010. Estas inversiones tan elevadas se realizan para poder tener acceso a las mejores tecnologías europeas y es que, según Jones, China ve a Europa como un objetivo mucho más sencillo que EE.UU.
El problema que ve Jones es que no cree que esta estrategia del país asiático sea bienintencionada. China dispone de muchos problemas sociales en cuanto a derechos humanos y de aquí surge la preocupación de que Europa se deje engatusar por estas inversiones masivas sin ser capaz de observar los problemas que existen detrás de todo esto.